Esta semana he tenido la oportunidad de retomar el contacto con mi profesión natural: la de periodista.
Y he visto que da igual el medio, la profesión, la relación que tengamos ahora o la que hallamos tenido hace tiempo. Los medios y yo hablamos el mismo lenguaje, compartimos profesión, y nos entendemos.
El periodismo, para mi, es la profesión más bella del mundo. Mirar a la vida cara a cara, entenderla, decodificarla y ponerla a disposición del público. Masticar la actualidad para poner la a disposición del público, y lograr que la entienda con el menor esfuerzo posible.
Separar el grano de la paja. Lo importante de lo irrelevante. Lo complejo de lo sencillo. Entender por qué alguien dice lo que dice o hace lo que hace. Y entender los objetivos del que comunica, del que lo cuenta y del que lo lee.
Reivindico el periodismo de raza como pieza clave para el desarrollo de una sociedad. Compro y leo el periódico de papel. Estoy suscrito a algunos. A veces dudo de que vaya a durar mucho el formato papel, pero a mi es el que más me gusta con diferencia. Escucho la radio (y cada vez más porque ahora me la ponen a la carta). Y reconozco que cada consumo menos televisión, pero veo el Teleberri a diario, en directo o en diferido.
Quiero dar las gracias por la cobertura ofrecida a la noticia que os hemos propuesto: DEIA, Noticias de Álava, Noticias de Gipuzkoa, El Correo, Mundo Deportivo, Cadena Ser, Cadena Cope, Radio Euskadi, Radio Vitoria, Radio Popular, ETB y RTVE. Pero sobre todo, daros las gracias a todos los medios por existir, por resistir. Gracias por hablar mi lenguaje. Y gracias por honrar la profesión más bella del mundo.
Lo reconozco, echo de menos mis tiempos de ‘juntaletras’.
Photo de Brett Sayles from Pexels